Tanto por superstición, tradición o creencias religiosas, la madera ha sido durante el transcurso de la historia, un sinónimo de buen augurio y proveedora de virtudes.
Una milenaria costumbre basada en la creencia de que en la madera reside Atar, el genio del fuego y la vitalidad. Se creía que dicho poder estaba enteramente encerrado en las venas de la madera.
Los celtas, con sus creencias que atribuían vida anímica y poderes a los objetos de la naturaleza, tenían la creencia que al tocar los árboles entraban en contacto con el alma de estos.
Los cristianos, consideran la madera el símbolo del origen de la cruz de Jesús.